Chapter 607
Chapter 607
Capítulo607
La cena transcurrió en un ambiente de alegría y risas constantes.
Pol había planeado abrir una botella de vino tinto de colección, pero Laura insistió en que Clara bebiera jugo, así que la joven señorita disfrutó de zumo de naranja, uva y piña durante toda la
noche
Después de la cena, la niñera se llevó a Laura para darles un momento a solas al joven señor y a su
amada.
Pol llevó a Clara a dar un recorrido por su mansión y la llevó a apreciar su colección de
antigüedades.
Cada una de estas piezas tenía un valor incalculable, y todas eran auténticas. Incluso los
emperadores antiguos no se habrían atrevido a regalarlas a otros, pero Pol ofrecía dárselas a Clara
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Clara se colocó en pie frente a una mesa con artefactos, sosteniendo una lupa mientras admiraba
una antigua pintura. Sus ojos almendrados brillaban de placer, y expresó su aprecio con
entusiasmo.
-¿Te gusta? Si es así, puedo regalártela para que te la lleves-dijo Pol mientras se apoyaba en el
borde de una mesa, inclinándose hacia ella con una sonrisa en el rostro.
Ella admiraba el arte, y él la admiraba a ella.
-Debes saber que todo lo que hay aquí es extremadamente valioso, y todas las piezas son
auténticas. Incluso los antiguos emperadores no habrían sido tan generosos como para regalar
estas obras de arte. ¿Estás seguro de que quieres que las empaquemos todas y las lleves contigo? –
preguntó a Clara, levantando la mirada de su lupa de manera juguetona. -Pol, ¿eres un
coleccionista de antigüedades o simplemente alguien que juega con antigüedades? Si realmente
fueras un coleccionista, deberías ser como mi padre; se enoja con cualquiera que se acerque
demasiado a sus tesoros.
Pol sonrió con dulzura y su voz, suave y cautivadora, resonó. -Solo soy generoso con dos personas:
Julio y tú
Clara sintió un movimiento fuerte en el pecho y apretó los labios.
Pol y Alejandro eran dos polos opuestos. Pol era encantador y elocuente, mientras que Alejandro
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-Julio es bastante codicioso. Si se entera de que tienes cosas valiosas en tus manos y que eres tan generoso, no te dejará en paz hasta que le des todo-dijo Clara, con un matiz significativo en sus
palabras.
-Si a Julio le gusta algo, puede llevárselo. No tengo mucho que ofrecer aparte de estas
antigüedades, y no tengo ningún problema en compartirlas con él-respondió Pol sinceramente.
-¿Y tú? ¿Hay algo que quieras? Aparte de querer tener un lugar en la familia García-preguntó
Clara con un significado oculto.
Pol la miró con ternura y, en voz baja, dijo: -Quiero tenerte a ti.
-Pero está nevando, Clara-fue lo que realmente dijo cuando abrió la boca.
-¿En serio?
La expresión de Clara se iluminó de emoción, y sus ojos brillaron como estrellas. A ella siempre le había encantado la nieve; cuando era pequeña, su madre la sostenía en brazos mientras jugaban
en el patio trasero, trazando patrones en el hielo con sus pequeñas manos.
-Vamos, vamos a ver la nieve.
Pol llevó a Clara al balcón, y tan pronto como abrieron la puerta, quedaron cautivados por la vista.
La nieve caía del cielo como algodón, ligera y abundante.
-¡Es tan hermoso! – Clara miró hacia el cielo nocturno con entusiasmo y admiración.
Pol, de pie detrás de ella, se quitó el abrigo y lo envolvió alrededor de sus hombros, abrochándolo firmemente. Su voz era suave y encantadora, casi inapropiada. La vista de la nieve es hermosa,
pero no es bueno que te enfries.
Clara de repente sintió el frío ceder bajo el abrigo de Pol. Ella se giró hacia él, encontrando sus ojos
ardientes fijos en ella.
El corazón del hombre latía con fuerza, y su respiración se aceleraba.
-Tus gafas se han empañado. ¿Todavía puedes ver la nieve? -preguntó Clara seriamente.
Pol se sorprendió por un momento, luego sonrió levemente y, sin ningún disfraz, reveló su
profundo afecto en sus ojos.
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-Clara, ¿sabías que en Austria hay un dicho que dice: si quieres casarte con alguien, ¿debes ver la
primera nevada juntos?
Clara estaba radiante de alegría, su rostro encantador completamente olvidado del frío que la
envolvia. Levantó la mano para atrapar copos de nieve.
Pol, con una mirada profunda en sus ojos, estaba tentado de tomar su pequeña mano y no soltarla
nunca más.
En ese momento, el teléfono sonó, interrumpiendo el momento.
Clara miró la pantalla y su expresión cambió sutilmente.